Pasión por las Almas


por Oswald J. Smith

¿PORQUÉ DEBERÍA CUALQUIERA ESCUCHAR EL EVANGELIO DOS VECES ANTES DE QUE TODOS HAYAN ESCUCHADO AL MENOS UNA VEZ?

Veamos en el Evangelio según Mateo, capitulo 9, versos 35 a 38: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas…” Debes ver, si quieres, que Él fue a todas las ciudades y aldeas. No se estableció en una comunidad. Jesús nunca se hizo pastor. Continuamente estaba moviéndose. “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
“Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas…” ¿y que hay con nosotros? ¿Qué pasa cuando vemos las multitudes? ¿También tenemos compasión? “Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
“Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos.” Este, entonces, es el problema. Y el problema en Sus días es el mismo problema de nuestros días – una gran cosecha, pocos obreros. Mas bebes paganos nacen que nunca antes. La solución al problema: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a Su mies.”

¿PODRÍA QUEDARME?

Hace años, estudiaba la Biblia para ver si podría quedarme y obedecer a Dios. ¿Sería posible? Me pregunté a mí mismo, tener un cómodo pastorado; nunca cruzar las fronteras de mi país y aún así cumplir los mandamientos de mi Señor. ¿Estaría Dios satisfecho?
Y mientras estudiaba la Biblia, encontré expresiones como: “toda nación; todo el mundo; toda criatura; cada lengua, y pueblo y nación, lo último de la tierra.” En otras palabras, el Evangelio, fue dado a todo el mundo. Cada nación, lengua y pueblo, debía escucharlo.
Al ver esto, mi pregunta fue: ¿Todas las naciones viven aquí? Si es así, y no hay otras naciones viviendo mas allá de las fronteras del Dominio, entonces me puedo quedar en mi propio país, predicar aquí el Evangelio y nunca cruzar una frontera; pero, – si una nación vive mas allá de las fronteras del país, entonces tengo el deber de ir a aquella nación. Y si yo no puedo, debo encontrar substitutos y enviarlos como mis representantes. Y si tampoco hago eso, seré un cristiano perdido en el día de la recompensa.
“El campo es el mundo.” Estados Unidos no es el mundo. México no es el mundo. El campo es el mundo entero. Jamás en tu vida escuchaste sobre algún agricultor trabajando en una sola esquina de su campo. El agricultor trabaja en todo el campo. México es sólo una esquina; una esquina pequeña. El mundo, el mundo entero debe ser evangelizado. Y como “el campo es el mundo,” no tenemos elección diferente a ir a cada parte de este. El trabajo es uno, y debe ser hecho, no equina por esquina, sino como un entero.
Las firmas de tabaco tienen sus agentes en muchos lugares distantes. Se regalan millones de cigarros para crear nuevos apetitos. ¿Crees que hacen esto porque ya no hay demanda en su localidad? Por supuesto que no. La demanda aquí – es más grande que nunca. Aun así las firmas de tabaco ya están enviando sus misioneros a tierras extranjeras. Quieren nuevos mercados. Son más listos que nosotros, porque eso, después de todo, es el plan de Dios, y haríamos bien en emularlos. Nunca ha sido la voluntad de Dios que estemos en nuestra casa hasta que el trabajo de aquí haya terminado. Quiere que vayamos al mundo entero, para trabajar todo el campo simultáneamente.
¿Y tú? Sabes que el Evangelio debe ser predicado en todas las naciones, a todo el mundo, a cada tribu y pueblo y lengua, hasta la última parte de la tierra. ¿Qué estas haciendo al respecto? ¿Qué vas a hacer? Las ordenes de Dios deben obedecerse. Sus mandamientos cumplidos, y no hay forma de evadir el asunto.

LAS ÚLTIMAS FILAS

¿Recuerdas cuando el Señor alimentó a los cinco mil? ¿Recuerdas como los tenía sentados en el pasto? ¿Entonces recuerdas como tomo los panes y los peces y los bendijo y los partió y los dio a sus discípulos? ¿Y recuerdas como los discípulos comenzaron por un extremo de la primera fila y pasaron por todo el frente dando comida a cada uno? ¿Recuerdas como se regresaron al final de la primera fila y volvieron a comenzar? ¿Si lo recuerdas?
¿No? – mil veces ¡no! Si hubieran hecho es, los que estaban en las filas de atrás se hubieran estado levantando y pidiendo vigorosamente. “Aquí, vengan aquí. Denos algo. Aún no tenemos nada. Estamos hambrientos; no es correcto; no es justo. ¿Por qué los que están en las filas de enfrente reciben varias veces antes que nosotros recibamos una vez?”
Y estarían en lo cierto. Nosotros hablamos de una segunda bendición. Ellos no han tenido la primera aún. Hablamos de la segunda venida de Cristo. Ellos aun no han escuchado de la primera venida. Esto no es justo. “¿Por qué debería alguien escuchar el Evangelio dos veces antes de que todos lo escuchen siquiera una vez?” Sabes tan bien como yo, que ningún solo individuo entre esos cinco mil hombres, aparte de mujeres y niños, tuvieron una segunda porción hasta que todos tuvieron una primeramente.
Nunca he conocido a un ministro que tenga algún problema con las ultimas filas. Todo su problema es con las filas de enfrente. Aquellos en las primeras filas están sobrealimentados, y desarrollan una indigestión espiritual. Les dicen como alimentarse; cuando alimentarse, cuando dejar de alimentarse; cuanto tiempo alimentarse; que clase de comida comer, etc. etc., y si no lo hace, se quejan y encuentran faltas. Si un ministro tiene algún sentido, dejará a las primeras filas hacer hambre por una vez en sus vidas e ir a las filas de atrás, y entonces cuando regrese estarán listos para aceptar su ministerio, y no habrá murmuración o quejas.
Amigo mío, he estado en las filas traseras. He visto los incontables millones en esas ultimas filas anhelando el Pan de Vida. ¿Es correcto? ¿Debemos concentrarnos en las primeras filas? ¿No deberíamos mejor entrenar a las primeras filas para compartir lo que tienen con las filas de atrás, y así alcanzar con el Evangelio, aquellos que no han recibido nada?
¿Sabes que la cosa más grandiosa que una iglesia puede hacer por si misma es enviar a su pastor a un de los campos misioneros de la tierra? No hay vacación como esa. Regresará como un hombre nuevo; porque nadie puede ver la necesidad con sus propios ojos y volver a ser el mismo. Algo le sucederá. Tendrá algo que platicar. Será más valioso para la iglesia que nunca antes. Lo sugiero porque sé lo que sucedió conmigo, y recomendaría que las iglesias en todos lados reconocieran su importancia y lo hicieran. Déjenlo ver las filas de atrás. Déjenlo verlas por él mismo. Déjenlo verlas esperando en tinieblas por el Evangelio.

APELACIÓN DE UN VETERANO

Alexander Duff, un gran misionero veterano en India, regreso a Escocia para morir, y cuando estaba en la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana, hizo su apelación, pero no hubo respuesta. En medio de su apelación se desmayo y lo sacaron cargando. El doctor llegó y examinó su corazón. En ese momento abrió los ojos. “¿Dónde estoy?” pregunto. “¿dónde estoy?” “descansando,” dijo el doctor. “Su corazón esta muy débil.” “Pero,” exclamo el viejo guerrero, “debo terminar mi apelación. Llévenme de regreso. Aún no he terminado mi apelación.” “Descanse,” dijo el doctor nuevamente, “esta muy débil para regresar.” Pero el misionero con mucho esfuerzo se puso de pie, su determinación sobrepasaba su debilidad; y con el doctor de un lado y el moderador del otro, el viejo guerrero regreso a la plataforma, y mientras subía los escalones del pulpito, la Asamblea entera se puso de pie en su honor. Luego continuo su apelación.
“Cuando la Reina Victoria llama voluntarios a India,” exclamó, “cientos de jóvenes responden; pero cuando el Rey Jesús llama, nadie va.” Hizo una pausa. Hablo de nuevo, “¿es verdad,” preguntó ¿qué Escocia no tenga mas jóvenes que enviar a India?” Nuevamente hizo una pausa. “Muy bien,” concluyo, “Si Escocia no tiene mas jóvenes para enviar a India, entonces, viejo y decrepito como estoy, voy a regresar, y aunque no pueda predicar, puedo recostarme a orillas del Ganges y morir, para que el pueblo de India sepa que al menos un hombre en Escocia se preocupa demasiado para dar su vida por ellos.” En un momento, jóvenes en toda la asamblea, se levantaron exclamando, “¡Yo iré! ¡Yo iré! ¡Yo iré!” Y después que el famoso misionero hubo pasado, muchos de aquellos mismos jóvenes se dirigieron a India, para invertir su vida como misioneros, como resultado de la apelación que Dios había hecho a través del Dr. Duff.
Amigo mío, ¿tu irás? ¿te ha hablado Dios? ¿Has escuchado su llamado? ¿No responderás, “Señor, aquí estoy, envíame”? Y si no puedes ir, ¿enviarás a un substituto? Tu decidirás.
¿Por qué debería alguien escuchar el Evangelio dos veces antes de que todos hayan escuchado siquiera una vez?

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