Lo primero seria agradecerles muchísimo a cada persona que estuvo orando por mi por este viaje que realice a Marruecos, vi la mano de dios guardándonos en todo momento desde cosas muy sencillas hasta cosas un poco mas complejas, nada como estar en un lugar viviendo cosas con el respaldo de una iglesia que te ama y te mantiene en el cuidado de orar por tus necesidades a cada persona muchas gracias que el Altísimo bendiga sus vida de una manera única.
Ahora si espero contarles un poco de mi experiencia y que conozcan lo que viví, seria genial poder contarlo en persona pero tratare de compartir lo mas que pueda por esta vía, lo primero es decirles que le he puesto a está oportunidad transcultural que Dios me ha permitido vivir es “Si se puede”, apenas salí de España lo que Dios ministró a mi vida es “comenzaras algo nuevo en un país distinto, con una forma de evangelizar distinta”. Así que quiero que en todo momento mantengas está frase “si se puede”, si se puede soñar, si se puede llegar a donde Dios quiera mandarte, si se puede entrar e impactar la vida de hermosas personas en un país donde no hablas el idioma, si se puede cumplir tu propósito a pesar del miedo, si se puede, una frase que no olvide en cada momento donde veía cosas en las que mi mente decía “no”.
El norte de áfrica, Marruecos es un país donde la libertad de culto no existe así que entre como fisioterapeuta, para poder hablar de Dios a través del servicio, la mayoría son musulmanes radicales, así que desde la vestimenta hasta la forma de hablar es totalmente distinta, se reúnen para rezar en mezquitas y las llamadas son 5, durante el día se oye en cada rincón de las ciudades y no hay persona que no entienda que es el momento de rezar y buscar a su Dios. A la verdad es un país con muchísimas necesidades, nos recibieron en muchos lugares, todos marroquí, pero tuve la oportunidad de conocer a una mujer que impacto mi vida, que me dijo una frase al yo agradecerle por habernos alojado en su casa y darnos comida, su frase fue “no me agradezcas nada, gracias a ti por recibirnos”, conocí varias ciudades y a diferentes misioneros y me gustó cuando pregunte cual era la manera en que se reúnen, pues muy sencillo ¡en las casas! No somos los únicos a los que Dios nos has enseñado a mirar a las antiguas enseñanzas y ver la importancia de las iglesias en casa, el trabaja así en otras partes del mundo. Las iglesias son escondidas y los que asisten allí son musulmanes que han entendido del amor de Dios para ellos, y de la existencia de Jesús como el hijo de Dios y su salvador. Están amenazados de muerte así que mantengámosle en oración, oremos por cada persona que quiere conocer a Dios pero su entorno cultural no les deja.
Compartí con una asociación civil pero formada por cristianos de la comunidad europea (España, Londres, Portugal,) que se fue con un equipo multidisciplinario de médicos, ginecólogos, enfermeros, odontólogos y yo que me les agregue como fisioterapeuta para atender en esta oportunidad a la población de Teroudan en forma de operativo de salud. Quiero decirles que aun sin dominar el francés ni el árabe pude hacerme entender con señas. La verdad es que Dios puso gracia en mi, atendí como a 3,000 niños en 6 días que estuvimos allí, todo en muy bajas condiciones, por supuesto no hay dinero para lujos ni equipos, lo único que sirve allí son las manos y el piso, pero aún así Dios hizo cosas extraordinarias, patología o enfermedades que casi ya ni las vemos en Venezuela o países como España, necesidades en el norte de áfrica hay muchísimas, pero estoy agradecida a Dios por darme la oportunidad de impactar a las naciones y comenzar una obra hermosa a los menos alcanzados.
Termino por recordarles que “si se puede,” desde niña me llamo mucho mi atención la cultura musulmana, jamás pensé que tuviera la oportunidad de ir a esta nación y menos a servir, pero aun así “si se puede” para Dios, Dios no olvida los sueños que ha puesto en ti, Dios no se ha olvidado de lo que él te ha dicho, a donde llegaras y que harás, no se desanimen, atrévanse a luchar, atrévanse a soñar, a dejar comodidades para trabajar en nuestra nación o en cualquier lugar donde Dios quiera llevarles, atrévanse a ser diferentes y pensar en cada momento en su Judea, su samaria, y hasta lo último de la tierra.
Por Daniela D’ Imperio